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La Tierra



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La Tierra es el tercer planeta del sistema Solar y el único conocido en el que se ha desarrollado la vida. Debió originarse hace unos 4.500 millones de años a partir de la nebulosa original del sistema Solar. Tiene un diámetro ecuatorial de 12.756 km y un diámetro polar de 12.713 km, lo que supone un achatamiento a su esfericidad de 0,0034. Este achatamiento está condicionado, como en otros planetas, por la fuerza de la gravedad entre masas y por la propia rotación.

Se desplaza alrededor del Sol a una distancia que oscila entre los 147 y los 152 millones de kilómetros, en una órbita elíptica de poca excentricidad. La Tierra recorre esta órbita en un período que dura exactamente 365 días, 6 horas, 9 minutos y 9,5 segundos, a una velocidad orbital de 29,80 km/s o, lo que es lo mismo, a 106.000 km/h.

Sobre el eje polar realiza su movimiento de rotación en un tiempo de 23 horas, 56 minutos y 4 segundos, lo que significa que en una hora recorre un arco de 15°, que representan en el ecuador una velocidad periférica de 1.665 km/h y de 0 km en los polos.

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Realiza esta rotación con una inclinación de 23°26’ del ecuador respecto al plano de la eclíptica. Si el recorrido de la Tierra alrededor del Sol fuera marcado con un alambre, y si a este alambre lo cubriéramos con un papel, se tendía el plano de la elíptica. Esta inclinación resulta fundamental para la vida en la Tierra, pues de lo contrario no habría estaciones y el clima sería todo el año igual para un punto determinado de la Tierra. Esta inclinación hace que el planeta se exponga de forma desigual a los rayos solares, como inclinando alternativamente cada uno de sus hemisferios hacia el Sol, lo que da lugar a las estaciones, que se suceden de forma inversa en cada uno de los hemisferios.

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Además de estos dos movimientos, la Tierra se desplaza junto a los demás planetas del sistema a través del espacio, dentro de la galaxia a la que pertenece, a 20 km/s en dirección a la estrella Vega de la constelación Lira; y todavía participa de otro movimiento, alrededor del centro galáctico, de unos 250 km/h.

El volumen de nuestro planeta es de 1.083.302.000.000 km³ y su masa de 5,98×1021 (casi 6.000 trillones de toneladas), pero unas 324.000 veces menor que la del Sol. De esta relación se deduce que su densidad es alta, de 5,52 (cinco veces y media la densidad del agua que es uno), debido a la presencia de materiales pesados en su composición.

Tiene un albedo, que la capacidad del planeta para reflejar los rayos solares, de 0,46, que es bastante alto a causa de las capas de nubes blancas que la rodean.

El Campo Magnético

La Tierra posee un elevado campo magnético comparado con el resto de los planetas telúricos. Aunque ha pasado por épocas de débil imantación, hoy posee un campo bipolar con un polo norte y otro sur que no coinciden con los polos geográficos.

Las líneas de fuerza cubren un espacio alrededor del planeta llamado magnetósfera, que es simétrico, gracias al viento solar, cuyas partículas capturadas son obligadas a desplazarse en trayectorias helicoidales. Estas líneas son conocidas como cinturones de radiación.

Las teorías sobre la formación del sistema Solar señalan que su origen es incierto y ninguna de las hipótesis apuntadas puede ser descartada. Se ha dicho que quizá Luna y Tierra se formaron como un planeta doble, o que probablemente se desprendiera de la Tierra por la rotación o por otros efectos (mareas, estrellas etc.), aunque esto parece poco posible dados los resultados de las rocas analizadas, o que quizá fue capturada por la Tierra, habiéndose formado en otra región espacial. 

Estructura Interna

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Seguramente formada, al principio, por una masa fundida a alta temperatura y rodeada de una capa gaseosa, se fue produciendo una diferenciación en capas según su diferente densidad, desplazándose al centro los materiales más pesados. Probablemente por enfriamiento, la corteza se fue solidificando en distintas fases hasta formar la corteza oceánica (basáltica) y la continental (granítica). Esas capas se dividen hoy en un núcleo, un manto y una corteza.

La corteza tiene un espesor medio de 35 km, que alcanza los 75 km bajo las montañas y sólo 5 ó 10 km bajo los océanos. Está compuesta por varias capas de sedimentos graníticos y basálticos, de 4 a 6 km, separadas por discontinuidades y formada por tipos de rocas cuyos principales elementos son el oxígeno en un 46%, el silicio en un 26%, el aluminio en un 8%, el hierro en un 6%, el magnesio en un 4%, el calcio en un 2,4%, el potasio en un 2,3% y el sodio en un 2,1%, llamados elementos mayores; luego hay los elementos menores u oligoelementos, que suman el 1%. En conjunto, a la corteza se le da una densidad de 2,5.

El manto, separado de la corteza por una discontinuidad uniforme, se extiende hasta los 2.900 km, y está dividido en un manto superior y otro inferior. Está formado por óxidos y silicatos de hierro, magnesio y calcio y rodeado por una envoltura sólida, que son los silicatos de la litosfera y la corteza.

El núcleo, que se encuentra separado del manto por otra discontinuidad, es más fluido y tiene un espesor de 3.400 km; está dividido en un núcleo externo, que llega hasta los 5.100 km, y otro interno, más sólido, que llega hasta el centro mismo de la Tierra, a 6.370 km, separados ambos por una capa de transición de unos 150 km. Está constituido por hierro y níquel, de densidades 7,9 y 9, respectivamente, que dan al planeta la alta densidad que conocemos. Para el centro se considera una temperatura de unos 4.300°C, inferior a la que correspondería si no se tuviera en cuenta una suavización del gradiente de incremento que se halla en los primeros kilómetros. 

Estructura Externa

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La litósfera, formada por silicatos, sería la envoltura externa y rígida de hasta 100 km de profundidad, que bajo los continentes interviene en el deslizamiento de las placas continentales que se ha ido produciendo a lo largo del desarrollo geológico del planeta, ocasionando la distribución continental actual, y la actividad geotectónica y volcánica de la que han derivado plegamientos y fracturas que han dado el aspecto actual a la corteza terrestre. Ésta es rugosa, aunque no en exceso, a pesar de los 20 km que hay entre la mayor altura y la fosa oceánica más profunda. Las tierras emergidas tienen una altura media de 800 m sobre el mar.

Sobre la litosfera se encuentra la hidrosfera, formada en el inicio geológico por la gran evaporación y la precipitación sucesiva del vapor de agua que contenía la atmósfera, al ir enfriándose la corteza terrestre. Engloba el agua existente en el planeta, que cubre tres cuartas partes de su superficie, con una pequeña proporción concentrada en forma sólida en los casquetes polares; los océanos tienen una profundidad media de 4.000 m. En total, contiene un trillón quinientos mil billones de toneladas de agua.

Envolviendo al planeta se halla la atmósfera, una cubierta gaseosa formada en los primeros tiempos geológicos, en la que algunos gases, como el nitrógeno y el helio, consiguieron escapar, mientras otros eran retenidos (metano, amoniaco, vapor de agua, dióxido de carbono, etc.). Actualmente, dividimos la atmósfera en varias capas: la troposfera, hasta los 10 km, que contiene las 3/4 partes de la masa atmosférica y es mucho más densa que el resto; la estratosfera, hasta los 80 km; la ionosfera, ya muy enrarecida, y que llega al límite hacia el espacio exterior o exósfera.

Está compuesta por nitrógeno (75,53%), oxígeno (23,14%), argón (1,2%), dióxido de carbono (0,045%) y agua en cantidad variable hasta el 1%, además de mínimas cantidades de otros elementos.

La atmósfera constituye astronómicamente un filtro que sólo permite el paso de ciertas longitudes de onda de origen solar, y con ello contribuye a asegurar la vida; a la vez, imposibilita la observación de ciertas emisiones, como las infrarrojos, etc.; produce refracción, desviando los rayos de luz, y absorción parcial de los rayos de luz, diferente para cada color.

En conjunto la biósfera, la capa que envuelve a la Tierra, nos ofrece una enorme variedad de ambientes en los que se desarrollan los organismos vivientes.

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