Saturno
Según el orden creciente de distancias, éste es el sexto de los planetas del sistema Solar, y el segundo, tras Júpiter, por su masa y volumen. Su nombre alude al titán padre de Júpiter. Los conocimientos sobre él, que en la antigüedad eran muy escasos, se han ampliado gracias a los viajes de las sondas Voyager que, en 1980 y 1981, lo observaron a una distancia de sólo 100.000 km.
Saturno tiene un diámetro 9,5 veces mayor al de la Tierra, con 120.660 km de diámetro ecuatorial y un achatamiento de 0,105, el mayor de todos los planetas, ya que el radio polar es de 108.000 km. Tiene una masa de 95 veces la de la Tierra, pero su densidad sólo es de 0,69 g/cm³, lo cual, además de convertirlo en el menos denso de todos los planetas, significa que flotaría en un hipotético océano.
Su distancia del Sol oscila entre los 1.346 y 1.511 millones de kilómetros; su distancia de la Tierra entre los 1.200 y 1.650 millones de kilómetros, su brillo tiene una magnitud de -0,3, lo que significa que sólo la estrella fija Sirio es más brillante.
Se puede observar con un telescopio mediano, con un reflector de 15 cm de abertura como mínimo. Presenta una división en bandas alternadas oscuras y brillantes, una rotación diferencial, en la cual el ecuador tarda en girar 10 horas, 14 minutos, mientras que a 40 de latitud lo hace en 10 horas, 41 minutos. Tiene también un sistema de anillos exteriores.
Atmósfera
Una densa atmósfera, semejante a la de Júpiter, rodea el cuerpo sólido. Al igual que Júpiter, está compuesta de hidrógeno, en un 88% y helio, en un 11%, además de otros componentes, en mucha menor cantidad, como metano, amoníaco, etc. No se ha detectado vapor de agua, aunque se supone que debe haber.
La temperatura de las capas exteriores, de color rojizo, se acerca a los -180°C, aumentando en las capas interiores, pero, dado su distanciamiento del Sol, sin dejar de ser siempre muy frías. Como Júpiter, cuenta con una fuente interna de calor, pero de radiación todavía mayor, puesto que alcanza valores triplicados respecto a los del Sol.
La circulación atmosférica presenta corrientes horizontales este-oeste, que en el ecuador alcanzan velocidades de 1.800 km/h, cuatro veces mayor que en Júpiter; sin embargo, a 40° de latitud prácticamente han desaparecido. Se han detectado, también, corrientes de convección, que dan unas turbulencias idénticas a la conocida mancha roja de Júpiter, pero de tamaño mucho menor, de sólo su octava parte.
Anillos
Un sistema de anillos rodea el planeta. Aunque no son los únicos que existen en el sistema Solar, sí son los más grandes y complejos y los únicos visibles para un observador desde la Tierra. Fueron ya observados por Galileo, que creyó, dada la posición desde donde los contempló, que se trataba de un planeta triple. En 1665, el astrónomo holandés Huygens captó su verdadera naturaleza. El aspecto de estos anillos es variable, ya que rodea el ecuador del planeta y éste tiene un eje de rotación 26° inclinado respecto a su órbita; en consecuencia, a veces podemos observar los anillos por encima y a veces por debajo.
Las diferencias observadas en las dimensiones de los bloques y en la densidad de los materiales que forman los anillos, con muchas irregularidades en el interior, variaciones de brillo y grosor, distribución heterogénea, etc., mostradas por las fotografías, sugieren que no se formaron uniformemente en la misma época. Por ello, se han apuntado diferentes hipótesis: algunos astrónomos consideran que son producto del desprendimiento de uno o varios satélites; otros, que son residuos del propio planeta; también se apunta que pudieron formarse a partir de los fragmentos de un satélite que girara en torno del campo gravitatorio y que fuera destruido por las fuerzas de marea que lo sometían. Sin embargo, lo más probable es que se generaran a partir de material que no se agrupó en el período de formación de este sistema.
Estos anillos se extienden desde el plano ecuatorial hasta una distancia de 30.000 km. Están formados, a su vez, por centenares o miles de anillos concéntricos en torno a los 5 km de grosor. Están constituidos por millones de fragmentos o partículas de gas congelado, hielo mezclado con residuos de polvo y fragmentos minerales que gravitan independientemente.
Desde un observatorio terrestre se distinguen con relativa facilidad cuatro anillos que, según la nomenclatura aceptada, son, desde el exterior, el anillo A, el B (más brillante), el C (pálido, llamado también Crespón) y el D, el más interior, difícil de observar y cercano ya al ecuador. Los más distantes uno de otro son el A y B; el espacio generado es denominado división de Cassini, que fue quien lo contempló por primera vez, en 1675. También en el anillo A existe otra división menor, llamada división de Encke. La estabilidad del sistema parece que está asegurada por la propia gravitación de Saturno y de sus satélites.
Estructura Interna
También muy parecida a la de Júpiter, difiere en la mayor proporción de hidrógeno, lo cual determina una menor densidad.
Parece estar formada en su mayor parte por una mezcla de hidrógeno y helio, hasta unos 30.000 km de profundidad, primero en capas líquidas y después metálicas. En el centro, hay un núcleo rocoso de unos 12.000 km y una masa 25 veces la de la Tierra, hacia el cual se desplaza el helio más pesado, que es lo que provoca la gran radiación hacia el exterior, la cual no puede ser explicada, exclusivamente, por la energía térmica producida por el enfriamiento del planeta.
Esta masa central, menos concentrada que en Júpiter, es la causante del mayor aplastamiento que presenta Saturno.
Campo Magnético
Este planeta tiene un campo magnético bipolar, cuyo eje coincide con el de rotación; lo que no sucede en Júpiter ni en la Tierra. Su magnetosfera tiene unas dimensiones muy reducidas y es muy fluctuante por la influencia del viento solar.
Satélites de Saturno
Saturno es el planeta con mayor número de satélites; se han localizado ya 23, aunque no todos confirmados por ulteriores observaciones. Tienen distintos tamaños; los más pequeños tienen un diámetro de varias decenas de kilómetros y son de naturaleza muy parecida a los fragmentos de los anillos; Titán es el mayor, tiene un diámetro de 5.000 km y es el único satélite del sistema Solar del que sabemos que tiene una atmósfera muy densa, compuesta por nitrógeno.
A los primeros satélites que se descubrieron se les dio nombres de titanes y gigantes de la mitología griega. Por orden creciente de distancia son Jano, Epimeteo, Encelado, Tetis, Dione, Rea, Titán, Hiperión, Japeto y Febe. Otros descubiertos posteriormente son Calipso y Telesto, que describen la misma órbita que los satélites mayores, pero manteniéndose 60° por delante o por detrás de aquellos.
La investigaciones realizadas desde la sonda Voyager revelaron la fisonomía y las características de los satélites. Resultó que, salvo Febe e Hiperión, que son irregulares, los demás satélites tienen forma esférica y hay cráteres sobre su superficie, muestras de impactos (algunos muy grandes, como en Tetis, que tiene uno de 400 km, y Mimas, que tiene uno de 130 km).
Parece que la densidad de estos satélites oscila en valores que se sitúan entre 2 y 1 g/cm³, lo que da a entender que más de la mitad de su masa puede ser hielo y el resto roca.
Encelado tiene, junto al planeta Venus, el mayor albedo del sistema Solar.
El plano orbital de casi todos estos satélites está muy próximo a su plano ecuatorial, excepto el de los dos más exteriores, Japeto (Iapetus), que tiene una inclinación de 14°7', y Febe, de 150°, o sea, que su sentido de giro es retrógrado.
Jano y Epitemeo tienen una
órbita y una velocidad de desplazamiento muy parecidas.
Cuando
uno, el interior, alcanza en su órbita la
posición
más adelantada del exterior, la atracción mutua
modifica
la inclinación angular y los dos alcanzan o una
órbita
más baja, con mayor velocidad orbital, o una
órbita
más alta, con menor velocidad orbital, aumentando o
disminuyendo
su tiempo. Así, cada cuatro años intercambian sus
órbitas de manera que el exterior pasa a tenerla interior y
viceversa.
| Anterior |
Inicio |
Subir |
Siguiente |