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Marte


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Marte, el primer planeta exterior a la Tierra, es un astro inconfundible por su color rojo, que presenta un disco muy pequeño cuando se le observa con el telescopio. Ese espectro rojizo hizo que en la antigüedad se le asociara los atributos bélicos del fuego y la sangre, y se le identificara con el nombre que, en la mitología romana, representaba al dios de la guerra, Marte.

Las oposiciones de Marte, épocas de mayor aproximación a la Tierra, tienen lugar cada 2 años y 50 días, situándose, en las más favorables, a una distancia de sólo 56 millones de kilómetros y brillando, entonces, con una magnitud de -2,5.

Marte presenta un diámetro ecuatorial algo mayor que la mitad  de la Tierra, y no tiene prácticamente achatamiento polar. Su distancia del Sol oscila entre los 207 y 249 millones de kilómetros, con una excentricidad de órbita de 0,093. Su distancia de la Tierra oscila entre los 56 y los 400 millones de kilómetros. Con un pequeño telescopio es posible distinguir su aspecto rojizo, el blanco de los casquetes polares y una característica mancha negra llamada Syrtis Major, ya observada por primera vez en 1659.

Morfología

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Marte presenta dos hemisferios muy diferenciados: el hemisferio sur es muy tortuoso, con muchas cuencas y cráteres de impacto (superiores a los 10 km), relieves escarpados y amplias depresiones, bastante análogo a lo que podría encontrarse en Mercurio o en la Luna; pero también ostenta llanuras volcánicas, fallas y abundantes dunas. Parece haber indicios de un bombardeo meteórico antiguo y también pruebas de actividad volcánica y tectónica, erosión eólica y también por agua. La llanura más amplia, la de Hellas, tiene un diámetro de 2.000 km. El hemisferio norte tiene sobre todo llanuras volcánicas, originadas por corrientes de lava y depósitos de polvo, muy parecidas a las cuencas de Venus.

Los volcanes más grandes se concentran en la zona ecuatorial, sobre la meseta de Tharsis, como el monte Olimpus, de 26 km de altitud y un cráter de 600 km de diámetro en la base, que es el mayor de los conocidos del sistema Solar. Son formaciones geológicamente jóvenes, según se deduce de la falta de impactos en sus laderas y de la estructura de las corrientes de lava; pero todos ellas son volcanes extinguidos hace más de 100 millones de años.

Una revelación espectacular de las sondas marcianas fue la existencia, cerca del ecuador, de una enorme fractura de más de 3.500 km, por 150 km de anchura y 6 km de profundidad. Se trata de un complejo sistema de fallas, resultado de un desgarramiento de la corteza del planeta, que recuerda a un gigantesco cañón geológico.

El relieve presenta muchos valles conectados en la dirección de la inclinación del suelo, que tienen todas las características de los lechos secos de los ríos, muy parecidos a los valles fluviales terrestres. Esta morfología de canales indica que la historia geológica de Marte debió pasar por una época en la que el agua era abundante, lo cual implicaría un clima más cálido y húmedo que el presente.

Actualmente, dada la débil presión atmosférica, no puede existir agua líquida sobre la superficie; teniendo además en cuenta las temperaturas, el agua se transformaría en hielo. De aquí que toda la que existe esté concentrada en los casquetes polares, en forma sólida, que pasa directamente a vapor como consecuencia de un fenómeno de sublimación. Sin embargo, es posible que el subsuelo contenga importantes cantidades de agua, como resultado de la fusión de los hielos subterráneos por el calor volcánico.

Los casquetes polares son visibles desde la Tierra y se hallan cubiertos de depósitos glaciales que están formados por aglomerados de hielo y nieve carbónica. Experimentan grandes variaciones estacionales, ya que Marte tiene su eje de rotación inclinado 24° sobre el plano de la órbita y esto hace que tenga estaciones tan acusadas como en la Tierra, pero de doble duración, como el año marciano. En invierno, el casquete polar crece hasta por debajo de los 60° de latitud, para después en verano casi desaparecer, ya que no llega a los 100 km de diámetro.

Vida en Marte

A fines del siglo XIX se inició la polémica sobre la posibilidad de vida en Marte, a partir de las afirmaciones sobre descubrimientos realizados por algún astrónomo. Algunos creyeron en esa posibilidad, reforzada porque la distancia de Marte al Sol sólo es 1,5 veces la de la Tierra.

Hoy en día, con los medios de análisis y observación disponibles, esa posibilidad se ha desvanecido. El analizador químico de la sonda Viking y los "detectores de vida" con que iba dotada no hallaron la menor huella de moléculas orgánicas. Aunque otras investigaciones más reciente podrían señalar lo contrario, y la vida (de forma muy elemental) podría encontrarse en el sustrato del suelo.

Composición y Estructura del Suelo

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Allí donde las sondas lo han analizado, el suelo tiene una constitución granulosa y está muy cohesionado. Las fotografías han mostrado un paisaje muy similar al de los desiertos pedregosos terrestres, formados por rocas eruptivas de origen volcánico, con un espesor que supera los 100 m.

El análisis efectuado mediante rayos X indica la existencia de minerales metálicos (óxidos de hierro) que le dan el color rojo característico. El análisis ha dado un 50% de oxígeno, un 20% de silicio, un 14% de hierro, un 7% de aluminio y el resto de otros elementos en menores proporciones.

Atmósfera

La atmósfera de Marte es bastante tenue. Se ha elegido, después de varias mediciones, la presión de 6 milibares, a 0 m, para compararla con los 1.013 milibares de la Tierra. La composición atmosférica es la siguiente: gas carbónico (CO2) 95%, nitrógeno (N2) 3%, argón (Ar) 1,5%, oxígeno (O2) 0,3%, y el resto compuesto por agua (H2O), xenón (Xe), kriptón (Kr), etc. El porcentaje de vapor de agua, aunque variable entre regiones y estaciones, tiene un valor medio de 0,035%. Las temperaturas son bajas y la oscilación térmica diaria es amplia. En el ecuador las temperaturas extremas alcanzan los 20°C durante el día y los -73°C durante la noche. En los casquetes polares, la máxima temperatura que se alcanza durante el verano es de -68°C y se han llegado a medir -143°C.

En la actualidad se considera al viento como el principal agente modelador de la superficie marciana. La existencia de enormes campos de dunas, confirma la intensa actividad eólica que se produce. El más grande de estos campos, Hellespontus, en la cuenca de Hellas, tiene una superficie de 1.600 km². En general sopla una leve brisa, que en ciclos diurnos deja de serlo para alcanzar los 60 km/h, que barre los suelos secos del planeta y levanta una gran polvareda de partículas ferruginosas.

En algunas épocas pueden desencadenarse, repentinamente, tempestades violentas, con vientos que alcanzan hasta los 200 km/h, que extienden el polvo en suspensión hasta una altura de 40 ó 50 km, provocando la absorción y difusión de la luz solar y dando a la atmósfera un color entre ocre y amarillo.

Estructura Interna

Es previsible que tenga una estructura similar a la de otros planetas telúricos: un núcleo central, un manto que lo rodea y una capa superficial externa.

El núcleo debe ser de no más de 2.500 km, es decir, relativamente pequeño, y debe estar constituido, dada la densidad del planeta, sobre todo por sulfuro de hierro, cuya densidad es menor que la del metal puro. El manto debe tener un grosor de unos 800 o 1.000 km. La corteza tiene un grosor variable, que va desde los 8 km debajo de las cuencas, hasta los 80 debajo de las altas montañas, dando un grosor medio de 50 km. Es mucho más gruesa que la corteza terrestre, que sólo tiene un promedio de 30 km. Ese grosor podría ser la explicación de la gran estabilidad que presenta.

Satélites

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Marte posee dos satélites que realizan su órbita en su región de influencia gravitatoria. Son Fobos (temor) y Deimos (terror). Estos satélites fueron descubiertos en 1877 y sus nombres fueron tomados de la mitología griega; según ésta Fobos y Deimos eran los hijos de Ares (Marte), que conducían el carro de guerra de su padre.

Gracias a la información recogida por las sondas espaciales, sabemos que ambos tienen forma irregular, como la de un elipsoide de tres ejes, y que su superficie está marcada por numerosos cráteres de impacto, algunos de ellos tan grandes que contribuyen a alterar su morfología. Dado su tamaño, son muy difíciles de observar. Ambos carecen de atmósfera y reciben continuos impactos meteóricos que les hacen perder masa.

El satélite Fobos tiene unas dimensiones de 27×19 km y un período de revolución de 7,65 horas, su excentricidad orbital es de 0,015, con una densidad de 1,8 g/cm³ y una órbita de 5.873 km de media. Observado desde Marte, ofrece un espectáculo curioso, ya que sale por el oeste y se pone por el este. Otra particularidad es que si no detiene el acercamiento de su órbita a Marte, se estrellará contra éste dentro de 100 millones de años.

El otro satélite Deimos tiene unas dimensiones de 15×11 km y se desplaza a 20.000 km de Marte con una órbita excéntrica de 0,00052 y una densidad de 1,6 g/cm³. Tarda un día y cuarto en recorrer su órbita.

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