Los Cometas
Desde tiempos remotos, la aparición de estos cuerpos celestes ha sorprendido al hombre, debido a la espectacularidad de sus brillantes cabelleras y sus largas colas extendidas, visibles durante días o semanas. En la antigüedad provocaban temor, dada la creencia de que los fenómenos celestes predecían el futuro, siendo asociados al anuncio de calamidades y malos presagios. Creyeron que se trataba de un fenómeno atmosférico que se originaba en la capa alta del "aire", que se suponía que se extendía hasta la Luna. La palabra cometa procede del griego y significa cabellera, en referencia a su trazo.
En 1577, el astrónomo Brahe estudió el primero de estos astros y descubrió que su cola estaba siempre orientada en dirección contraria a la posición del Sol; sugirió que la causa era la luz del Sol que, al pasar a través de la cola, iluminaba la parte posterior; comprobó, en segundo lugar, con métodos imperfectos, que el cometa no tenía paralaje (distinta posición de un cuerpo si se observa desde dos puntos separados entre sí), de lo cual se deducía que estaba más alejado de la Luna de lo que se había supuesto, con lo cual se demostraba que no se trataba de un fenómeno atmosférico sino celeste.
En realidad los cometas son muy numerosos y su censo va en aumento, aunque la mayoría no son visibles a simple vista.
Origen de los Cometas
Sobre su origen, enigmático, se han desarrollado varias teorías. Una de ellas plantea que el núcleo de un cometa es una masa sólida recubierta de grandes cantidades de gases helados, formados por fragmentos de explosiones ocurridas en algún astro; la cabellera se forma sobre el núcleo cuando está suficientemente cerca del Sol para que sus radiaciones lo vaporicen. Otra teoría expone que los cometas son un gran cúmulo de hielo, mezclado con partículas de polvo y gases que giran en torno al Sol.
Actualmente tiene mayor aceptación la hipótesis planteada por el astrónomo Oort, que defiende la existencia de una vasta región del espacio, situada a una distancia entre las 40.000 y las 150.000 unidades astronómicas, en la que existen un billón (1.000.000.000.000) de núcleos cometarios; una especie de nube de cometas conocida como la nube de Oort. Algunos de estos núcleos pueden ser impulsados a las regiones internas del sistema Solar por perturbaciones causadas, probablemente, por el paso de alguna estrella. Una parte de ellos se acercaría al Sol en órbitas hiperbólicas o parabólicas, para después alejarse y desaparecer. Otra parte sería capturada por el campo gravitatorio y se convertiría en cometas periódicos con órbitas elípticas, más o menos excéntricas. Tras pasar algunas veces por el perihelio, gastaría su materia y desaparecería. De lo que se deduciría que su vida es relativamente corta.
Denominación de los Cometas
Los cometas llevan el
nombre de su
descubridor, o de quien ha realizado los cálculos sobre sus
órbitas; además, tienen asignados
números y
letras. Así, P/Halley
significa que es un cometa periódico, indicado con la P, y
que fue descubierto por Halley; el cometa West 1975 n fue
descubierto por West en 1975 y la letra n
indica que era el número catorce que se descubría
aquel
año. Cuando el cometa ha alcanzado el perihelio, cambia de
número y de letra, incorporando al nombre del descubridor,
el
año en que pasa por el perihelio y en cifras romanas el
número de orden de los que han pasado ya ese año;
así el West
1976 VI, fue el sexto en pasar en 1976.
El Cometa Halley
El cometa Halley es, sin duda, el más conocido de todos los cometas. Debe su nombre al inglés Edmond Halley, que fue el primero en proponer la idea de que los cometas volvían periódicamente, siguiendo una órbita elíptica.
Halley descubrió que los cometas que habían aparecido en los años 1531, 1637 y 1682 se habían observado en unas posiciones que parecían indicar que eran en realidad distintas apariciones del mismo cometa. Calculó cuál debía ser su órbita elíptica y anunció públicamente su nueva fecha de aparición, la Navidad de 1758. Así sucedió, demostrando que el cometa tenía una órbita elíptica que completaba cada 76 años; su última aparición se produjo en 1986.
Hoy se sabe que es el único cometa brillante de período corto; se han hecho multitud de descripciones y relatos de sus apariciones, con lo cual se tienen referencias desde muy antiguo.
Morfología y Estructura
Un cometa, al acercarse al Sol, experimenta una serie de transformaciones que lo hacen visible. Suele presentarse primero con una luminosidad débil que emite una o varias prolongaciones, en dirección opuesta al Sol y, posteriormente, cuando se aleja de este astro, va reduciéndose, hasta desaparecer completamente a la vista de los observadores.
Examinado con el telescopio, se advierte que está formado por una cabeza, compuesta a su vez de un núcleo y una cabellera, rodeada por una corona de hidrógeno, y una cola.
El núcleo es un disco luminoso, bien definido y brillante, cuyo diámetro, no muy grande, puede oscilar entre 1 y 100 km.
La cabellera o coma es una nebulosidad que se extiende alrededor del núcleo y es más brillante y visible que éste, gracias a un doble proceso: por una parte, el polvo del cometa y el gas reflejan la luz solar y, por otra, las moléculas se disocian debido a la radiación solar y se vuelven fluorescentes, emitiendo luz. Su diámetro, mucho mayor, oscila entre los 50.000 y los 250.000 km.
La cola o colas son creaciones solares que surgen en forma de una o varias prolongaciones desde la cabeza. Se ha observado gran variedad de tipos (filiformes, múltiples, alargadas, etc.), que pueden tener entre 30 y 100 millones de kilómetros, siempre en movimiento y con frecuencia cambiando de forma, en dirección contraria al Sol, lo que hace que siga a la cabeza cuando el cometa se acerca al Sol y que la preceda cuando se aleja. A veces, la cola tiene forma curvada y, a menudo, se observan en un mismo cometa colas diferentes: de polvo meteorítico e iónicas. Las colas de polvo son curvadas; según todos los análisis, están formadas por partículas arrancadas de la cabellera por la presión de la radiación. Las colas iónicas son rectilíneas, o de muy débil curvatura, que se producen porque la radiación solar ioniza las moléculas, que adquieren así carga eléctrica; posteriormente, los campos magnéticos del viento solar las arrastra lejos de la coma, formando la cola iónica.
A pesar de sus dimensiones, su masa es ínfima en relación a la de los grandes planetas. Los cálculos realizados indican que puede estar entre un billón y un trillón de kilogramos (1011 a 10 17 kg).
Órbitas
Las órbitas de los cometas están contenidas en un plano que puede tener cualquier inclinación sobre la eclíptica, a veces incluso más de 90°, con lo cual se produce un movimiento retrógrado.
Las órbitas pueden ser de tres tipos: elípticas, parabólicas e hiperbólicas. Aunque en las proximidades del Sol casi llegan a confundirse, las dos últimas no son cerradas, por lo que el cometa aparece una vez cerca del Sol y después vuelve a alejarse en las profundidades del espacio para siempre. Son órbitas que tienen una gran excentricidad y presentan períodos muy diferentes de unas a otras. Las que son de período corto suelen volver a pasar por el perihelio en un intervalo inferior a los doscientos años, aunque también hay excepciones notables, como la del cometa Encke, cuyo período sólo es de 3,3 años.
La distancia a que se encuentra un cometa de la Tierra puede ser conocida en todo momento con gran facilidad.
La fragmentación del núcleo, por pérdida de materia, producto del acercamiento al Sol, da origen a meteoroides que se agrupan y luego reparten a lo largo de la órbita, dando lugar, al atravesar la atmósfera terrestre, a espectaculares lluvias y enjambres meteóricos, como los de las Perseidas o las Leónidas (lluvia de estrellas fugaces).
Composición Química
A través de los análisis realizados con el espectroscopio, parece probable que el material más abundante sea el hielo de agua, junto a otros gases helados como el amoníaco (NH3), el metano (CH4) y el monóxido de carbono (CO).
El núcleo es un cuerpo sólido helado y de materia meteorítica aglomerada que, sublimada por el calor solar, originará los gases mezclados con polvo que se encuentran en la cabellera y la cola.
La cabeza contiene sobre todo moléculas y átomos como NH2, OH, Na, y C2.
Cuando se aproxima mucho
al Sol en el
espectroscopio se ve un gran número de líneas
metálicas que muestran la presencia de hierro,
níquel y
calcio.
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