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Cinturón de Asteroides


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Los asteroides o planetas menores (planetoides) son cuerpos pequeños que describen órbitas alrededor del Sol. La inmensa mayoría se encuentra en una franja, de unos 550 millones de kilómetros, entre Marte y Júpiter, por la que no circula ningún planeta.

Descubrimiento

En 1756, John Titius estableció una relación numérica con las distancias de los planetas al Sol. En 1772, John Bode publicó lo que sería conocido como la ley Titius-Bode. Si se toma la escala numérica 4, 7, 10, 16, 28, 52, 100 y 192 vemos que por las distancias relativas de los planetas al Sol, Mercurio está a 3,4 (4), Venus a 7,2 (7), la Tierra a 10, Marte a 15,2 (16), Júpiter a 52, etc. Los números indican la posición relativa de cada planeta. A la vista de estos datos, algunos astrónomos empezaron a preguntarse qué podía representar la posición 28, en la cual no había ningún planeta.

En el año 1800 se organizó una búsqueda sistemática en torno a esa posición, siguiendo la eclíptica, y el 1 de enero de 1801, en Palermo, G. Piazzi descubrió un planeta menor a una distancia de 27,7 en la escala (28), al cual llamó Ceres, de un diámetro de 1.003 km, que circulaba a una distancia de 414 millones de kilómetros, con un período de 1.608 días. Posteriormente, los descubrimientos se encadenarían: en 1802, Palas; en 1804, Juno; en 1807, Vesta. Desde entonces, se conocen más de 2.000 y hay estimaciones fundadas que los sitúan en torno a cien mil, formando un cinturón que mantiene las distancias gracias a las fuerzas gravitatorias. Muchos de ellos son portadores de nombres griegos.

Origen

Sobre su origen se han apuntado diferentes hipótesis; para unos son restos de un planeta destruido o restos del choque entre dos; pero esta hipótesis está hoy descartada, porque no parecen reunir suficiente material para poder formar un planeta. Probablemente son trozos de material, condensaciones de la nebulosa original, que no se consolidó dada su insuficiente masa, durante la formación del sistema Solar, originando asteroides progenitores que se irían fragmentando por choques. Los mayores restos serían hoy los asteroides más grandes y los más pequeños podrían ser parte de los meteoritos que esporádicamente caen sobre algún planeta.

Naturaleza y Masa

Los asteroides son cuerpos de forma irregular, con dimensiones muy variables, aunque todos ellos bastante pequeños. Los cuatro mayores (Ceres, Palas, Vesta y Juno) tienen diámetros medios de 768, 483, 385 y 193 km, respectivamente, pero la mayor parte de los restantes no llega a los 100 km e incluso los hay inferiores a los 4 km.

Son en general demasiado pequeños para conocer su masa, analizando las alteraciones gravitacionales que pudiesen ocasionar en otros planetas, porque son alteraciones muy débiles. Dado que la observación visual al telescopio también resulta insuficiente para medir su diámetro aparente, lo que permitiría hallar su densidad y después su masa, se han seguido otros métodos. Otros métodos, como la ocultación de una estrella por un asteroide, permitieron en 1977 descubrir que el pequeño planetoide Herculina tenía 230 km de diámetro e iba acompañado de un satélite de unos 40 o 50 km de diámetro que gravita a unos 1.000 km del planetoide.

La mayoría tienen forma irregular, según revelan las fluctuaciones periódicas de su brillo. Eros, por ejemplo, es un cuerpo alargado de 10×15×6 km. En cuanto a su superficie, los hay de varios tipos: un poco menos de la mitad son muy oscuros, rocosos y de albedo escaso (0,02), probablemente originarios de las capas exteriores y medias de los progenitores. De la otra mitad, la mayoría son brillantes y rojizos, formados por silicatos y núcleos metálicos que deben proceder de las partes centrales de los progenitores; de los restantes los hay de material muy variado.

Órbitas

La mayoría circula entre Marte y Júpiter, a una distancia del Sol que oscila entre las 2,17 y las 3,3 UA (UA son Unidades Astronómicas, que corresponde a la distancia media entre la Tierra y el Sol, y equivalente a 150.000.000 km), aunque también aquí se encuentran áreas sin cuerpos. Los hay que se caracterizan por su gran inclinación sobre la eclíptica y otros por tener unas órbitas con una fuerte excentricidad, que los aleja mucho de esta zona, acercándolos a la Tierra, Venus y hasta Mercurio. Entre los que pueden rozar la Tierra e incluso introducirse en su órbita, con un período de revolución inferior, están Eros, Hermes, Ícaro y Apolo; este último pasó, en 1937, a 600.000 km de la Tierra. Otros, como Hidalgo, casi llegan a la órbita de Saturno.

También los dos pequeños satélites de Marte, Fobo y Deimos, son antiguos asteroides, que fueron capturados por la gravitación del planeta. El mismo fenómeno plantean algunas hipótesis respecto a Nereida, satélite de Neptuno, y a Febe, de Saturno, o para los satélites exteriores de Júpiter.

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